El perdón disfrazado de superioridad

Desde que fui consciente de que necesitaba mirar mi mundo emocional, busqué sanar el rencor que guardaba en mi corazón. Durante muchos años pasé por diferentes iglesias, asistí a talleres y probé diversas maneras de sanación. Cada experiencia me ayudaba… pero solo por un tiempo.
Pronto, el resentimiento volvía, y con él, esa sensación de haber sido abusada, de que la vida era injusta conmigo. Desde esa posición, vivir se sentía como cargar una mochila llena de piedras.

Cuando finalmente llegué a la terapia de Constelaciones Familiares, algo cambió. Aprendí una verdad incómoda sobre el perdón: muchas veces está disfrazado de superioridad.
Cuando nos colocamos en el papel de víctima, automáticamente ponemos al otro en el lugar del perpetrador. Desde ahí, pensar que “yo tengo el poder de perdonar” me colocaba en una posición similar a la de un juez… o incluso a la de Dios. Y eso, para un ser humano, es un peso demasiado grande.

Lo que descubrí fue que el verdadero perdón no nace de “perdonar desde arriba”, sino de una rendición.
¿Rendición? Sí.
Rendirse a aceptar que lo que pasó, pasó. Que por más que duela, no podemos cambiar el pasado. Y que al asentir a lo que fue, sin intentar modificarlo, algo en nuestro interior se reconcilia.
Aceptar no significa justificar. Significa reconocer: “Así fue, aunque fue muy fuerte… así fue”. Y desde ahí, puedo devolver lo que no me corresponde, quedarme solo con lo mío y seguir adelante con una mirada más liviana.

Ejercicio de liberación

  1. Siéntate en un lugar tranquilo, cierra tus ojos y respira profundo tres veces.

  2. Piensa en esa situación que te dolió profundamente y en la persona que la provocó.

  3. Permite que las emociones, pensamientos y sensaciones aparezcan.

  4. Lleva tus manos al lugar de tu cuerpo donde sientas esa carga emocional.

  5. Imagínate entregando esa carga a la persona que la generó, diciendo:
    “Te regreso lo que hiciste, porque yo no lo hice y no puedo resolverlo. Te regreso lo que es tuyo. Así fue, y así lo tomo. Te libero y me libero. Solo me haré cargo de mi parte.”

  6. Quédate un momento sintiendo el alivio de devolver lo que no es tuyo.

Hacerte cargo de tu parte significa cuidar de ti, ser gentil cuando la momoria cargada de emoción regrese, y elegir vivir de la manera que te nutra.

Si quieres, puedo acompañarte en un proceso profundo para liberar lo que no es tuyo y reconciliarte con tu historia a través de una sesión de Constelaciones Familiares.

Agenda tu llmada de 15 minutos GRATIS.
📞 415 577 8978
📧 nalmontemendoza@gmail.com

Siguiente
Siguiente

La herida materna: devolver lo que no es tuyo